Metáforas
No soy una persona creyente, más bien
soy bastante incrédulo, pero reconozco que me gustan algunas de las
manifestaciones artísticas vinculadas a las creencias religiosas de
las sociedades de diferentes épocas, como las pirámides de Egipto,
las catedrales góticas europeas, las mezquitas, los templos griegos
y romanos de la antigüedad clásica y los orientales de origen
budista, sintoista o hinduista.
También me gustan algunas de las
expresiones artísticas menos monumentales, más efímeras y
populares vinculadas a los símbolos religiosos, como las recientes
cruces de mayo y las alfombras del Corpus. En el caso de las cruces
de mayo, me encanta la creatividad de quienes las elaboran con todo
tipo de materiales, aunque las flores, tallos y hojas de las plantas
suelen ser las principales protagonistas de los adornos en los
barrios y de las cruces de instituciones, colectivos y empresas que
se ubican en el Paseo de las Tinajas, por encima del Parque García
Sanabria de la capital tinerfeña, confeccionadas estas últimas por
prestigiosos floristas y diseñadores.
Pero si hay un conjunto de cruces que
me sorprende cada año son las que preparan los alumnos de los
centros educativos de la ciudad, situadas en la Rambla, en el tramo
que va desde la plaza de toros hasta la Calle Numancia. A lo largo de
este espacio la creatividad se desborda, tanto que llega un punto que
la imaginación trasciende las líneas propias de la cruz para
conformar una realidad fantástica con las preocupaciones y anhelos
de las nuevas generaciones.
Lo primero que llama la atención es
que estas cruces están elaboradas con materiales reciclados y que en
la mayoría de ellas subyace un mensaje de conservación y cuidado de
la naturaleza y el medio ambiente. De todas las propuestas que se
exhibieron este último año, me resultaron especialmente
interesantes dos: La primera fue la presentada por los alumnos de
infantil y primaria del CEIP Villa Ascensión con el título de 'Caos
Galáctico', donde la cruz se convertía en una especie de
puerto-ciudad espacial, donde se podían contemplar estacionadas todo
tipo de naves y se apreciaba una amigable convivencia entre todo tipo
de alienígenas procedentes de planetas todavía sin localizar de
nuestro cosmos. No conseguí encontrar en este lugar a ningún ser
humano, por lo que intuyo que el deseo de los escolares es que
solucionemos nuestros problemas internos de coexistencia pacífica y
de aceptación de la diferencia para llegar en un futuro no muy
lejano a incorporarnos a esta compleja y avanzada comunidad
interestelar.
La segunda propuesta que me impactó y
emocionó gratamente fue la presentada por el Centro de Educación
Especial Nuestra Señora del Carmen 'Aspronte' y que consistía en
convertir a la cruz en una mariposa. La metáfora me pareció
fascinante, porque tanto la cruz como la mariposa representan
elementos transformadores. Desde el punto de vista cristiano, la cruz
es el lugar donde muere la persona que luego resucita en otra
dimensión de la realidad, mientras que la mariposa es el resultado
de una metamorfosis que le permite volar y viajar a lugares a donde
el gusano que fue antes de convertirse en crisálida nunca hubiera
soñado llegar por sus limitaciones.
Como sociedad y como individuos nos
queda mucho que aprender de personas como las que han sido capaces de
crear una metáfora artística y filosófica como ésta y sobre el
valor de las capacidades ocultas o a las que no les damos
importancia. Si alguna de estas personas asesorara a políticos y
empresarios igual el mundo funcionaría mejor, no tendríamos tantos
problemas y podríamos integrarnos más rápidamente en la comunidad
interestelar que nos está esperando ahí fuera, aunque
probablemente, para lograrlo, necesitemos afrontar primero una
profunda metamorfosis mental y espiritual.
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