Viralidad
Imagen de Pete Linforth en Pixabay |
A veces es mejor estar callado que decir tonterías. No me refiero a las bromas humorísticas, que particularmente siempre agradezco, sino a las sandeces de quienes intentan sentar cátedra, tanto con formación académica como sin ésta, sobre asuntos delicados y que no tienen fácil solución, como sucede con el tristemente famoso COVID-19, alias 'el coronavirus'.
Los expertos del bar, licenciados y
doctorados en la universidad de la calle y que tienen remedios para
todos los males de la humanidad, pero a quienes nadie les hace ningún
caso afortunadamente aunque delante de ellos todos les dan la razón,
han traspasado las fronteras de su entorno cercano y desde el altavoz
de las redes sociales pregonan una posverdad que luego se hace viral
a través de los grupos de whatsapp.
Los y las más perseverantes se
autodenominan con aglicismos para aparentar más inteligentes y
sofisticados, como blogger o influencer, pero no dejan de ser
personajes patéticos en busca de dinero fácil, lo que puedo llegar
a entender, o de protagonismo, que pretenden alcanzar no por su
esfuerzo o su conocimiento, sino a costa de denigrar a aquellos que
tratan de resolver algún problema complejo, ayudan a conseguirlo o
informan sobre su evolución.
Reconozco que estoy confuso respecto al
COVID-19, porque primero no se quería alarmar a la población, pero
después se decide decretar el Estado de Alarma. Al principio se
trataba de un simple catarro o gripe que sólo podía perjudicar a
las personas con más años y con otras patologías, pero ahora no
está tan claro y podría provocar daños permanentes en los pulmones
de los afectados de cualquier edad.
No me gusta el pensamiento único, pero
creo que todos acertamos si consideramos que es preferible prevenir
que curar. El confinamiento de la mayoría de la población en sus
domicilios, a excepción de aquellos que trabajan en servicios
esenciales, no es una solución en sí misma, sino una forma de ganar
tiempo para evitar contagios y, mientras tanto, crear una vacuna
preventiva y buscar para las personas ya infectadas o por infectar las mejores
medicinas o fórmulas para paliar sus efectos o conseguir su
recuperación.
Las próximas semanas van a ser
difíciles para todos y esta crisis, como todas las anteriores, va a
dejar secuelas en la vida cotidiana y en la economía. Para algunas
empresas y sectores puede ser la puntilla que los remate, pero
también puede ayudar a replantear muchos procesos productivos y a
ser más eficaces desde el punto de vista medioambiental.
Para las autoridades públicas no ha
resultado sencillo adoptar las decisiones que han acordado. Tengo
dudas sobre si son las más acertadas por el elevado coste social que
van a suponer, pero ahora no queda otra opción que aceptarlas con
estoicismo o resignación, intentar no ser un obstáculo en la
resolución del problema y mantener viva la esperanza en que no va a
ser peor el remedio que la enfermedad.
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