Los guanches: mestizos, diversos y complejos


Investigadores de las universidades canarias junto a expertos de diferentes países aportaron nuevos datos sobre los antiguos pobladores de las Islas en las jornadas científicas 'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb'

Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI

Los guanches, término que agrupa a los diferentes grupos humanos que habitaban las Islas Canarias hasta la colonización europea del siglo XV, siguen siendo objeto de estudio y debate científico internacional, como se puso de manifiesto en el transcurso de las jornadas 'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb' celebradas en el Campus de Guajara de la Universidad de La Laguna (ULL) antes de la expansión global del COVID-19 y en las que participaron expertos de diferentes países junto a investigadores de las universidades canarias.

Este encuentro sirvió para avanzar en el conocimiento sobre estas sociedades y aportar respuestas tanto para las preguntas simples que se plantean al respecto (¿Por qué? ¿Quienes? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Desde dónde?) como algunas más complejas formuladas por el grupo de investigación Biogénesis (Biomechanics, Genetics and Stable Isotopes in Archaeology) de la ULL, que ha incrementado la colaboración entre la academia canaria y las instituciones científicas del norte de África, ya que el devenir histórico y arqueológico de Canarias está vinculado a las dinámicas del Mediterráneo y del continente vecino.

Algunas de estas cuestiones son: ¿Qué información nos aporta el análisis de la cultura material sobre los fenómenos de mestizaje y poblamiento humano? ¿Hasta qué punto podemos caracterizar la ocupación de un área geográfica a partir de la huella arquitectónica? ¿Cómo nos ayuda la presencia de restos animales y vegetales a la hora de estudiar los distintos modos de vida? ¿Qué peso tienen las cuestiones ecológicas, geográficas y bioclimáticas en la adaptación cultural a los nuevos medios? ¿En qué períodos se producen los contactos con la península Ibérica, las islas mediterráneas y el poblamiento de Canarias? ¿Cuáles son los principales problemas que existen en torno a las dataciones relativas y absolutas en estos aspectos? ¿Qué nos aportan los datos osteoarqueológicos y paleogenómicos a los procesos de adaptación biocultural, mestizaje, y en la deriva genética de estas poblaciones? ¿Cuál es la conexión entre las evidencias epigráficas, las manifestaciones rupestres y los movimientos poblacionales? ¿Es necesario cambiar las estrategias académicas de los investigadores para aproximarnos mejor a estos problemas?

La conferencia inaugural fue pronunciada por Jorge Onrubia Pintado, profesor titular del Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, que lo primero que advirtió fue la existencia en los guanches de identidades complejas y superpuestas, que evolucionan creando señas culturales propias, distintas a las de sus ancestros, lo que complica la búsqueda de sus orígenes continentales y relaciones genealógicas con los grupos fundadores.

También alertó que las evidencias paleolinguísticas y las sofisticadas técnicas arqueogenómicas no pueden explicar manifestaciones fundamentales de una cultura como las prácticas funerarias, que son la forma de vivir la muerte, porque para ello se precisa interpretar el pasado desde el punto de vista de las culturas ancestrales y su cosmovisión.

Grado de Afinidad entre los distintos alfabetos líbico-bereberes según el estudio 'Análisis estadístico y de grupos de las escrituras líbico-bereberes de Canarias y el Norte de África'

Afinidad compleja en las escrituras líbicas
El profesor Onrubia Pintado hizo referencia al 'Análisis estadístico y de grupos de las escrituras líbico-bereberes de Canarias y el Norte de África' realizado por los investigadores Juan Antonio Belmote, María Antonia Perera Betancort y César González García, quienes ponen de manifiesto que Canarias tiene el mayor número de caracteres líbicos conocidos entre estos alfabetos por zonas geográficas con 33. Con 31 se encuentra la lengua sahariana del Adrar Ahnet, en Argelia, una cadena de montañas situada en a ruta del Tafilete al Ahaggar, en el Oeste del desierto del Sahara. Además, en al menos dos islas aparece un signo que no se ha encontrado en África.

Según este estudio, el grado de afinidad entre alfabetos líbicos de islas y continente presenta un mapa singular: La principal afinidad de El Hierro es con el Oasis del desierto occidental de Egipto (80%), con el Alfabeto de Ghirza, con el Sahariano del Bab el Macnusa (76%) y el Masilio Tunecino (73%). Gran Canaria también tiene la mayor afinidad con el Oasis del desierto occidental de Egipto (79%), luego con el Sahariano del Bab el Macnusa (73%) y el Líbico Horizontal, el Alfabeto de Ghirza y el Cabilio argelino (72%). La Gomera, en cambio, tiene una afinidad del 87% con Masilio Tunecino, del 84% con Masilio Argelino y del 81% con el Oasis del desierto occidental de Egipto. Por último, Fuerteventura y Lanzarote tienen la mayor afinidad con el Sahariano del Bab el Macnusa (79%), seguida por el Alfabeto de Ghirza (74%), el Oasis del desierto occidental de Egipto (73%) y con el Anti Atlas marroquí (71%).

En Canarias, la estrecha relación entra las escrituras de las diferentes islas sugiere para los investigadores Belmote, Perera y González un origen común o geográficamente muy próximo para sus gentes. De aquí se confirma también la existencia probable de dos “alfabetos” casi idénticos en el Archipiélago, uno en El Hierro y Gran Canaria −y posiblemente La Gomera−, al que se ha propuesto llamar Canario Occidental, y otro, el Majo, en las islas orientales de Fuerteventura y Lanzarote.

Sorprende el parentesco establecido en este estudio entre el Canario Occidental y las escrituras del grupo Masilio y también con el Líbico Horizontal, que relaciona a Canarias con las regiones más distantes del noroeste de Africa, como Túnez, en lugar de con las regiones próximas a las costas atlánticas, ya que, hasta ahora, la mayoría de los especialistas han relacionado las escrituras canarias con los alfabetos denominados saharianos de estas regiones vecinas. En este sentido, también resulta relevante el parentesco de los grupos canarios con los grupos más lejanos geográficamente de las islas y que se encuentran en Bab el Macnusa y Ghirza, e incluso más allá, en dirección a oriente.

Se percibe una clara dicotomía entre el grupo de alfabetos líbicos y el de los saharianos, que a su vez poseen nexos muy débiles entre sí. Este hecho apoya la idea de que el sistema de escritura líbico-beréber se desarrollo en Numidia (Norte de Argelia y Túnez), bajo inspiración púnica, en algún momento cercano a la creación del reino. La expansión hacia el Sahara y la fachada atlántica parece que sucedió con posterioridad.

Esta idea es corroborada por Irma Mora Aguiar, de la Cátedra de Estudios Bereberes de la ULL, que en base a las evidencias arqueológicas y al análisis epigráfico sitúa el nacimiento de la escritura líbico-bereber a finales del I milenio antes de la Era actual. Como toda escritura, obedecía a una norma ortográfica que se fue deturpando con el devenir histórico y su adaptación a otros dialectos, usos y soportes. Este panorama propició la aparición de diferentes alfabetos a lo largo del norte de África durante la Antigüedad. Los investigadores han considerado la diversidad alfabética como un problema, pues dificulta enormemente la transcripción y traducción, pero precisamente es a través de esta riqueza que se puede rastrear la evolución gráfica y los movimientos poblacionales de sus usuarios. La distribución de determinados grafemas líbico-bereberes y las fuentes históricas resultan especialmente útiles para comprender estas migraciones, entre ellas, el poblamiento de Canarias.

La experiencia de los tuaregs
La ponente Renata A. Springer Bunk, relató su experiencia en la investigación de signos líbicos con tribus tuaregs del Sáhara Central, que distinguen la escritura empleada por ellos y denominada “tifinagh” de otra modalidad, cuyas inscripciones califican como “antiguas”, a veces también “hechas por los antepasados”, y que, por lo general, no son capaces de comprender. Ello se debe a que en ocasiones observan el empleo de signos desconocidos para ellos, pero también debido a que la sucesión de los grafemas no les aporta significado alguno.

En el estudio comparativo entre las artes rupestres de Canarias y el Norte de África, los historiadores Agnès Louart y Pedro Sosa Alonso aprecian similitudes en los motivos grabados en rocas de las islas y diferentes paneles africanos, pero también que en cada isla se desarrolla una cultura diferente tras su asentamiento a partir de una herencia continental. Entre las similitudes destacan los podomorfos asociados con actividades agrícolas o ganaderas del Sáhara. En Canarias no son tan frecuentes, pero los encontrados muestran cierta continuidad gráfica con los saharianos y la mayor concentración se produce en Fuerteventura, con unos trescientos. Los grabados del barranco de Balos en Gran Canaria presentan algunas particularidades, con inscripciones superpuestas de diferentes épocas, y elementos comunes con el Norte de África y el Sáhara.

Para Jonathan Santana Cabrera, perteneciente al grupo de investigación Tarha y al Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), las Islas Canarias fueron colonizadas hace 2.000 años por poblaciones agrícolas del norte de África que representaban los límites más occidentales de la colonización humana euroasiática hasta el contacto europeo con el continente americano. Este es un ejemplo superlativo de colonización porque los primeros habitantes permanecieron aislados hasta la colonización europea en el siglo XV, quienes encontraron poblaciones que hablaban dialectos distintos y no tenían ni las habilidades ni las tecnologías necesarias para navegar entre las islas.

Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI

Adaptación y sostenibilidad
La colonización inicial de Canarias constituye un ejemplo de adaptación y sostenibilidad para Santana Cabrera, porque aquellas personas pudieron crear sociedades capaces de soportar el aumento de las poblaciones humanas en ecologías insulares diversas y aisladas con una baja densidad de recursos alimenticios. Sin embargo, la forma en que los primeros colonizadores transformaron islas vírgenes en paisajes domésticos para hacer que fueran más habitables sigue sin resolverse.

Para ayudar a comprender este fenómeno, un grupo multidisciplinar de investigadores integrado por Jared Carballo Pérez, Jose María Moreno Narganes, Octavio Torres Gomariz, Paloma Vidal Matutano y Natalia Égüez trabaja en el proyecto Archeomobas (Arqueología y Etnografía de la Ocupación y Movilidad de los Agropastores de Jbel Sirwa) en el Anti-Atlas marroquí, con el apoyo del Centro Jacques Berque de Rabat. Este equipo plantea que los modelos de ocupación y producción en las regiones de alta montaña son de interés científico por la variabilidad de las expresiones materiales dejadas por las poblaciones agropastorales del pasado y valoran aspectos como la trashumancia, los espacios domésticos, la complejidad de la producción o la relación entre los humanos y las montañas como un entorno natural. El estudio de la vida cotidiana de las poblaciones agropastorales de Jbel Sirwa posibilita comprender mejor la ocupación humana de las montañas altas, como sucedió en cinco de las siete islas canarias.

En La Gomera, los investigadores Elías Sánchez Cañadillas y Juan Carlos Hernández Marrero han analizado 33 restos antropológicos provenientes de diferentes contextos funerarios de toda la isla y los isótopos estables de 53 individuos para poder comprobar cuales podrían ser los elementos predominantes en la dieta de la población prehispánica de esta isla y saber si esta cambió a lo largo de la ocupación aborigen o se mantuvo estática en la isla durante el poblamiento indígena.

Los resultados revelan una similitud en cuanto a ocupación del territorio respecto a otras islas del archipiélago, con dataciones en restos humanos no más antiguas al siglo III de la Era actual con continuidad hasta el siglo XV, y permiten esbozar un escenario en el que el consumo de plantas cultivadas sería más predominante en los momentos finales de la ocupación aborigen, diferenciado de unos primeros siglos en los que la dieta tendría un carácter más variado en cuanto a especies vegetales silvestres.

Otros datos obtenidos fueron que la población guanche de La Gomera tenía un consumo diferencial de proteínas por sexo, que era mayor en los hombres; que esas proteínas procedían del consumo de carne de cabras y ovejas. También existen indicios de cambios de temperatura en determinadas épocas y que, entre los siglos VIII y X, pudieron derivar en un cambio de dieta.

Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI

De continentales a isleños
El equipo multidisciplinar integrado por Constantino Criado, Lea de Nascimento, José María Fernández-Palacios, Carlos Escudero y Sandra Nogué ha indagado sobre cómo eran las islas antes del siglo XV y creen que los primeros pobladores conocían los metales, pero tuvieron que adaptarse a un medio volcánico tallando basalto y obsidiana y confeccionando molinos de mano sobre roca porosa. En algunas islas se enfrentaron a erupciones volcánicas (8 en Tenerife, 15 en Gran Canaria y al menos 2 en La Palma), con dinámicas eruptivas diferentes. La convivencia con la actividad volcánica fue tan trascendental que formaba parte de la religión en Tenerife.

La fauna canaria carecía de animales peligrosos y tampoco tenía muchas especies cinegéticas: contaron con aves como pardelas, palomas, hubaras y codornices; la foca monje en Fuerteventura y lagartos y ratas gigantes en otras islas. Los datos procedentes del análisis del polen y de los carbones revelan la importancia de las formaciones forestales en Gran Canaria, La Gomera, Tenerife, La Palma e incluso Fuerteventura, a falta de recabar los datos de Lanzarote y El Hierro; pero hay indicios de que los humanos afectaron los ecosistemas, con un aumento de incendios y, en algunos casos, disminución de los pólenes y carbones de especies arbóreas.

Con los acuíferos intactos, las islas eran ricas en agua. Hasta el siglo XV hay evidencias históricas de arroyos en todas las islas salvo el Hierro y Lanzarote, donde la necesidad de agua era resuelta mediante la captación del agua de niebla (Garoé) o maretas. Hay restos de grandes aluviones debidos a lluvias intensas en Tenerife, así como evidencias de erosión del suelo en Lanzarote.

Uno de los aspectos más relevantes de la adaptación al medio de los guanches fue el magnífico trabajo realizado con la madera con herramientas de piedra y hueso. Paloma Vidal Matutano del grupo Tarha ha comprobado que la madera ha sido uno de los recursos más utilizados con diferentes propósitos: combustible, prácticas funerarias o artesanía, entre otras. El material y las piezas que se conservan revelan un profundo conocimiento de la disponibilidad de la planta y las características físicas y mecánicas cada una.

Los restos analizados, procedentes de yacimientos arqueológicos, son de pino canario (la madera más abundante) y drago, donde se aprecia el aprovechamiento de sus posibles cortes naturales según las las características de la madera y sus zonas de ruptura, ya que los útiles de corte serían piedras de obsidiana afiladas. En uno de los lugares se encontraron también bastones de faya y madroño canario, mientras que en otras zonas aparecieron maderas de palmera canaria, higuera, balo, sabina y laurel, entre otras.

Momia de San Andrés (Tenerife) perteneciente al MUNA de Tenerife

Una de las singularidades de la cultura guanche radica en los procesos funerarios, que son únicos, pero comparten algunos elementos con otras culturas. Hayette Berkani, de la Universidad de Aix-Marseille, explica que en algunos lugares del Sahara se encuentra una alta densidad de monumentos funerarios, con unas características arquitectónicas y dimensiones a menudo imponentes, que pueden alcanzar los cien metros. Los más espectaculares se pueden observar en Tassili, Argelia, con estructuras que no se repiten en otra parte de África, que incluyen corredores orientados al Este con variaciones al Norte o al Sur hasta en 40 grados. La mayoría de los túmulos saharianos están orientados siguiendo el eje solar de Este a Oeste.

El equipo internacional y multidisciplinar integrado por Lalla Khaddouj Benlamine, Djillali Hadjouis, Abdesslam Amarir, Abderrahim Lahrach, Pierre-Henri Giscard y Caroline Allard
ha llevado a cabo en los últimos años en la región de Guigou, en el Medio Atlas marroquí, excavaciones arqueológicas en túmulos funerarios, en una de las cuales apareció un esqueleto incompleto y perturbado. Con éste y otros hallazgos esperan avanzar en el conocimiento de la prácticas funerarias de la zona, del estado de salud de estas poblaciones al final de la Protohistoria, de la evolución del asentamiento, su cruzamiento y su desarrollo a través de la genética, lo que podría aclarar los vínculos genómicos que estas poblaciones podrían tener con los habitantes más antiguos de la zona y alrededores.

Los túmulos funerarios son característicos de Gran Canaria, aunque también comparte con otras islas las sepulturas en cuevas naturales. En este último tipo de recintos no se han encontrado paralelismos funerarios en el Norte de África, aunque sí en lo que respecta a receptáculos y estancias excavadas en piedra como los hauanet.

Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI 

Procesos migratorios
La llegada a Canarias de los primeros pobladores no puede entenderse sin conocer los movimientos migratorios entre continentes tanto por tierra como por mar. El grupo investigador integrado por Thomas Perrin, Tiphaine Dachy, Esther López Montalvo, Claire Manen y Grégor Marchand ha estudiado los cambios en las sociedades humanas que habitaban en torno al Mediterráneo durante el Holoceno, destacando épocas en la que se intensificaron los contactos, como entre los años 6.500 y 6.400 antes de la Era actual.

La movilidad de las poblaciones ha sido una constante desde la Antigüedad, aunque el origen de los cambios sólo pueda ser intuido, como pueden ser los factores climáticos o una importante expansión demográfica. Las migraciones de sur a norte podría reflejar el desplazamiento de las poblaciones, al menos en las primeras etapas de la expansión de nuevos procesos técnicos. Sin embargo, los posibles contactos entre África y Europa también pueden documentarse en producciones cerámicas, así como en expresiones artísticas.

Oubraham Djouher, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Argel II, considera importante también tener en cuenta las migraciones en dirección Este-Oeste a través del Sahara Central, ya que existen evidencias de rutas por las que han circulado personas, mercancías y animales desde tiempos antiguos, como se puede apreciar en pinturas rupestres con ganadería bobina transhumante, desplazamientos de tuaregs sobre bóvidos y, en épocas posteriores, junto a caballos y carros.

Isabelle Sidéra, de la Universidad Paris X Nanterre, especialista en el análisis de útiles y objetos decorativos elaborados con huesos, pone de relieve la existencia de elementos similares en muchos puntos del mediterráneo y hacia el interior de Turquía, Oriente Medio y Europa Oriental, dentro de un período que oscila, según las dataciones, entre el 10.000 y el 4.500 antes de la Era actual. También revela que se han encontrado evidencias de contactos a través de embarcaciones y, dentro de la cultura capciense, de matrimonios concertados, donde la mujer se desplazaba a casa del hombre para casarse y trabajar tanto en la artesanía cerámica como en la industria ósea.

Para las investigadoras Esther Chávez Álvarez y Carmen Cathaysa Cabeza Carrillo el descubrimiento de Canarias en la Antigüedad es un tema que todavía hoy suscita incógnitas y sigue siendo objeto de debate, sobre todo a la hora de establecer quiénes fueron los protagonistas de la gesta y el momento en el que se produjo.
Para clarificar los aspectos que hicieron posible este descubrimiento se necesita un enfoque multidisciplinar que incluya expertos en historia, arqueología, filología clásica, náutica, astronomía y análisis de los paisajes marítimos para conocer la progresiva exploración y colonización de la costa atlántica africana en la Antigüedad, los condicionantes de las incursiones que tuvieron lugar al sur de Mogador, pues serían éstas las que tendrían como resultado el descubrimiento y reconocimiento progresivo de las islas.

Hace falta tener acceso a los conocimientos naúticos de la época, a los condicionantes físicos de la navegación atlántica, analizar las fuentes históricas y literarias de la época, las variaciones geográficas desde la perspectiva de los navegantes, las corrientes y derroteros o la visibilidad de las costas y promontorios costeros. También hay que tener en cuenta los intereses económicos de la época, como el comercio de los recursos pesqueros, los tintes o la sal.

Hasta ahora no se conocen asentamientos fenicios o púnicos al sur de Mogador y si realizaron navegaciones de reconocimiento de la costa atlántica hacia el sur desde esta localización no establecieron factorías o asentamientos. El conocimiento de esta parte de la costa africana se produciría a partir de la destrucción de la ciudad de Cartago por los romanos en el año 146 antes de la Era actual.

Gráfico del ADN mitocondrial de los guanches y canarios actuales incluido en la publicación científica 'Mitogenomes illuminate the origin and migration patterns of the indigenous people of the Canary Islands'

La huella genética
Rosa Fregel, profesora de Genética de la Facultad de Biología de la ULL, considera que los proyectos paleogenómicos están siendo fundamentales para resolver cuestiones arqueológicas muy discutidas, incluidas las que rodearon la revolución neolítica. Mediante secuenciaciones de última generación y técnicas de ADN antiguas, ha demostrado que los marroquíes neolíticos tempranos son similares a los individuos de la misma región de la Edad de Piedra posterior y poseen un elemento endémico aún retenido en las poblaciones actuales del Magreb, lo que confirma una continuidad genética a largo plazo en la región. Sin embargo, los individuos neolíticos tardíos del Norte de África están mezclados, con un componente norteafricano e ibérico, apoyando las teorías del flujo de genes a través del Estrecho de Gibraltar con los datos recopilados y las muestras hasta ahora analizadas.

El estudio comparativo de ADN en poblaciones antiguas del Norte de África incluye el Neolítico Temprano en Marruecos (5.000 años antes de la Era actual), Neolítico Tardío en Marruecos (3.000 antes de la Era actual), Neolítico Temprano en Andalucía (5.000 antes de la Era actual), Paleolítico Superior en Taforalt, Marruecos (13.000 antes de la Era actual), y guanches (Siglo I de la Era actual).
El ADN guanche está próximo a del Neolítico Tardío en Marruecos, pero también este último es similar al Neolítico Temprano en Andalucía, por lo que, según los datos obtenidos hasta la fecha, el Neolítico Tardío en Marruecos es una mezcla de poblaciones del Neolítico Temprano de Marruecos y Andalucía, y los guanches también son similares a poblaciones del Neolítico Temprano en la Península Ibérica, aunque su ADN indica la existencia de otras migraciones en el Norte de África.

Al menos parte de la ascendencia europea observada hoy en el Norte de África está relacionada con migraciones prehistóricas en el Neolítico y las poblaciones bereberes ya tenían mezcla de un componente europeo antes de la conquista romana. El ADN moderno en el Norte de África incluye un componente magrebí llegado desde Eurasia en tiempos paleolíticos; un componente del Medio Oriente procedente de la conquista árabe del siglo VII de la Era actual, un componente subsahariano procedente de migraciones transaharianas y un componente europeo procedente de migraciones históricas de romanos, vándalos y otros pueblos.

Alejandra C. Ordóñez y Javier G. Serrano, pertenecientes al Laboratorio de Paleogenómica de la Facultad de Biología de la ULL, han podido constatar en sus estudios que las poblaciones indígenas no eran homogéneas y en algunas islas mostraban signos de aislamiento. Además, cuando los genomas nucleares se comparan con muestras antiguas de Europa y el norte de África, los guanches presentan similitudes con poblaciones del Neolítico Tardío en Marruecos, pero con un componente más antiguo del Norte de África. Estos resultados apuntan a un escenario demográfico muy complejo en la zona y la necesidad de una comprensión más profunda de la Prehistoria de esta región para conocer el origen y la evolución de los primeros pobladores de las Islas.

El halogrupo U6 vincula a los guanches con el Norte de Africa (El mayor porcentaje está en el centro de Argelia), pero también está presente en Andalucía y Portugal, y en pequeños porcentajes en Francia, Cataluña, Chipre, Libia, Egipto, Grecia e Italia.

El halogrupo T2 vincula a los guanches con Europa y está presente en Sur de Portugal y Aragón, aunque los mayores porcentajes se presentan en Córcega y Cerdeña, Creta, Jordania, Italia y Dinamarca, mientras que en menor proporción también aparece en Marruecos, Túnez y las costas de Libia y Egipto.

En cuanto a la diversidad de los halotipos (información genética para diferenciar poblaciones de una misma especie), la población antigua de La Palma es la que presenta más diversidad con un 85,4%, seguida por la de Tenerife con un 82,7% y la de Gran Canaria con un 80,6%, ambas en proporciones muy parecidas. Las poblaciones antiguas de Lanzarote y Fuerteventura sólo llegan al 57,9%, la de La Gomera alcanza el 54,5% y la de El Hierro se queda tan sólo en el 31,2%, lo que supone un elevado nivel de endogamia y que explicaría patologías como la espina bífida que presentan algunos restos analizados en esta isla.

Los genomas mitocondriales completos dicen que en todas las islas hay halotipos característicos del Centro y Norte de África, aunque en diferente proporción. En torno a un 98-99% entre los antiguos pobladores de El Hierro, un 60-70% en los de Lanzarote y Fuerteventura, más del 50% en los de La Palma, menos del 50% en los de Tenerife y Gran Canaria y menos del 10% en los de La Gomera. Respecto a los halotipos de Europa y Oriente Próximo, en La Gomera rondan el 70%, Tenerife y Gran Canaria el 40%, en Lanzarote y Fuerteventura sobre el 30%, más del 20% en La Palma y no se aprecian en El Hierro.

En la mezcla genética de los guanches aparece presencia de cinco grupos humanos diferentes. La diversidad de halotipos sugiere un proceso de colonización heterogéneo, con dos posibles eventos colonizadores y los linajes también apuntan a que se produjeron en torno al cambio de Era.

Acto inaugural de las jornadas

Aportaciones valiosas
Las jornadas científicas 'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb' se han configurado como un foro en el que investigadores y grupos avanzaron el resultado de diferentes estudios de trascendencia arqueológica, histórica, antropológica o etnográfica. Son los casos de Djillali Hadjouis, del Servicio de Arcqueologia de Val de Marne, sobre restos óseos de mandíbulas y dientes; Amel Chakroun, de la Universidad de Túnez-El Manar II, sobre grupos recolectores de moluscos para comida, adornos o tintes en la Antigüedad; Yolanda Carrión Marco y Paloma Vidal sobre dinámica del paisaje y estrategias de manejo de leña durante la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno en el Norte de África; María Dolores Cámalich Massieu, del Área de Prehistoria de la ULL, sobre las sociedades campesinas del IV y III milenio en Andalucía y su relación con el África Noroccidental; así como Iddir Amara y Nagète Aïn Séba-Fauré, ambas de la Universidad de Argel II, sobre la representación rupestre de los carnívoros en la fauna holocena de Argelia y la evolución del medio ambiente a través del arte rupestre sahariano, respectivamente.

En la misma línea cabe citar al equipo integrado por Octavio Torres Gomariz, Fernando Prados Martínez y Helena Jiménez Vialás por su trabajo sobre la arquitectura fenicio-púnica; a Hacomar Ruiz González, del Departamento de Geografía e Historia de la ULL, por su estudio comparativo entre viviendas en época romanas de Pollentia (Mallorca) y África; a Salvador Pardo Gordó y María del Cristo González Marrero por compartir los avances en la metodología de datación por radiocarbono en las colonizaciones humanas; a Samuel James Cockerill, del Departamento de Geografía e Historia de la ULL, por su estudio de variantes anatómicas en el proceso de poblamiento de Canarias; así como al equipo formado por Laura Hernández Tomé, Margarita Jambrina Enríquez, Carolina Mallol Duque y Efraín Marrero Salas por su estudio geoarqueológico en el tubo volcánico de los Roques de García en Las Cañadas del Teide.

Muchos de los trabajos realizados están siendo posible gracias a la colaboración internacional con universidades de California (EE UU), como Stanford y las públicas de Santa Cruz e Irvine, y Reino Unido, como Durham y Southampton. Junto al apoyo de instituciones canarias y españolas, también hay financiación privada para los proyectos por parte de las fundaciones de CajaCanarias y La Caixa.

Un debate estéril y pernicioso
Los participantes en las jornadas 'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb' no perdieron el tiempo en entrar un uno de los debates más estériles que se viene desarrollando durante las últimas décadas dentro de determinados círculos académicos canarios sobre cómo deben denominarse al conjunto de sociedades que habitaron las Islas Canarias hasta la colonización europea en el siglo XV: ¿Aborígenes? ¿Indígenas? ¿Antiguos canarios? Sin embargo, este debate no existía hasta finales del siglo XX, ya que había cierto consenso social en llamarlos guanches.

Sobre la validez de este nombre hay una realidad incuestionable: está presente en la toponimia de las siete islas, como se puede comprobar en el 'Diccionario de Toponimia de Canarias: Los guanchismos' de Maximiano Trapero. Además, los antiguos habitantes de cada una de las islas tiene uno o varios gentilicios propios a excepción de Lanzarote y Fuerteventura, que comparten la denominación de majos, maxos o mahoren: bimbaches o bimbapes para Hero-El Hierro, haouaritas o awaritas para Benahoare-La Palma, gomerytas o chienas para (La) Gomera, binchenian o binchenis para Chinech-Tenerife y guanartemen, guanartemis o guanartemes para Tamarán-Gran Canaria, aunque estos últimos también comparten la denominación de canarios.

En muchos países se ha suscitado este debate por la existencia de un vasto territorio habitado por sociedades con culturas muy diferentes entre unas y otras, como forma de agruparlas para abordar problemas comunes. En Argentina, por ejemplo, la veintena de culturas con sus respectivos idiomas que subsisten se agrupan bajo el término de 'pueblos originarios'; mientras que en EE UU y Canadá reciben la calificación de 'First Nation' (Primera Nación).

No es el caso de Canarias, donde el territorio es disperso pero existen muchas similitudes culturales entre las sociedades de las diferentes islas y el término guanche tiene la misma aceptación entre la sociedad actual que ha tenido entre la comunidad científica internacional. Obviarlo por parte de los investigadores locales no deja de ser una forma más de ignorancia ilustrada.

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