Los guanches: mestizos, diversos y complejos
Investigadores de las universidades
canarias junto a expertos de diferentes países aportaron nuevos
datos sobre los antiguos pobladores de las Islas en las jornadas
científicas 'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb'
Dibujo de guanches realizado por
Leonardo Torriani a finales del siglo XVI
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Los guanches, término que agrupa a los
diferentes grupos humanos que habitaban las Islas Canarias hasta la
colonización europea del siglo XV, siguen siendo objeto de estudio y
debate científico internacional, como se puso de manifiesto en el
transcurso de las jornadas 'Circulaciones durante el Holoceno en
torno al Maghreb' celebradas en el Campus de Guajara de la
Universidad de La Laguna (ULL) antes de la expansión global del
COVID-19 y en las que participaron expertos de diferentes países
junto a investigadores de las universidades canarias.
Este encuentro sirvió para avanzar en
el conocimiento sobre estas sociedades y aportar respuestas tanto
para las preguntas simples que se plantean al respecto (¿Por qué?
¿Quienes? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Desde dónde?) como algunas más
complejas formuladas por el grupo de investigación Biogénesis
(Biomechanics, Genetics and Stable Isotopes in Archaeology) de la
ULL, que ha incrementado la colaboración entre la academia canaria y
las instituciones científicas del norte de África, ya que el
devenir histórico y arqueológico de Canarias está vinculado a las
dinámicas del Mediterráneo y del continente vecino.
Algunas de estas cuestiones son: ¿Qué
información nos aporta el análisis de la cultura material sobre los
fenómenos de mestizaje y poblamiento humano? ¿Hasta qué punto
podemos caracterizar la ocupación de un área geográfica a partir
de la huella arquitectónica? ¿Cómo nos ayuda la presencia de
restos animales y vegetales a la hora de estudiar los distintos modos
de vida? ¿Qué peso tienen las cuestiones ecológicas, geográficas
y bioclimáticas en la adaptación cultural a los nuevos medios? ¿En
qué períodos se producen los contactos con la península Ibérica,
las islas mediterráneas y el poblamiento de Canarias? ¿Cuáles son
los principales problemas que existen en torno a las dataciones
relativas y absolutas en estos aspectos? ¿Qué nos aportan los datos
osteoarqueológicos y paleogenómicos a los procesos de adaptación
biocultural, mestizaje, y en la deriva genética de estas
poblaciones? ¿Cuál es la conexión entre las evidencias
epigráficas, las manifestaciones rupestres y los movimientos
poblacionales? ¿Es necesario cambiar las estrategias académicas de
los investigadores para aproximarnos mejor a estos problemas?
La conferencia inaugural fue
pronunciada por Jorge Onrubia Pintado, profesor titular del
Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, que
lo primero que advirtió fue la existencia en los guanches de
identidades complejas y superpuestas, que evolucionan creando señas
culturales propias, distintas a las de sus ancestros, lo que complica
la búsqueda de sus orígenes continentales y relaciones genealógicas
con los grupos fundadores.
También alertó que las evidencias
paleolinguísticas y las sofisticadas técnicas arqueogenómicas no
pueden explicar manifestaciones fundamentales de una cultura como las
prácticas funerarias, que son la forma de vivir la muerte, porque
para ello se precisa interpretar el pasado desde el punto de vista de
las culturas ancestrales y su cosmovisión.
Grado de Afinidad entre los distintos alfabetos líbico-bereberes según el estudio 'Análisis estadístico y de grupos de las escrituras líbico-bereberes de Canarias y el Norte de África' |
Afinidad compleja en las escrituras
líbicas
El profesor Onrubia Pintado hizo
referencia al 'Análisis estadístico y de grupos de las escrituras
líbico-bereberes de Canarias y el Norte de África' realizado por
los investigadores Juan Antonio Belmote, María Antonia Perera
Betancort y César González García, quienes ponen de manifiesto que
Canarias tiene el mayor número de caracteres líbicos conocidos
entre estos alfabetos por zonas geográficas con 33. Con 31 se
encuentra la lengua sahariana del Adrar Ahnet, en Argelia, una cadena
de montañas situada en a ruta del Tafilete al Ahaggar, en el Oeste
del desierto del Sahara. Además, en al menos dos islas aparece un
signo que no se ha encontrado en África.
Según este estudio, el grado de
afinidad entre alfabetos líbicos de islas y continente presenta un
mapa singular: La principal afinidad de El Hierro es con el Oasis del
desierto occidental de Egipto (80%), con el Alfabeto de Ghirza, con
el Sahariano del Bab el Macnusa (76%) y el Masilio Tunecino (73%).
Gran Canaria también tiene la mayor afinidad con el Oasis del
desierto occidental de Egipto (79%), luego con el Sahariano del Bab
el Macnusa (73%) y el Líbico Horizontal, el Alfabeto de Ghirza y el
Cabilio argelino (72%). La Gomera, en cambio, tiene una afinidad del
87% con Masilio Tunecino, del 84% con Masilio Argelino y del 81% con
el Oasis del desierto occidental de Egipto. Por último,
Fuerteventura y Lanzarote tienen la mayor afinidad con el Sahariano
del Bab el Macnusa (79%), seguida por el Alfabeto de Ghirza (74%), el
Oasis del desierto occidental de Egipto (73%) y con el Anti Atlas
marroquí (71%).
En Canarias, la estrecha relación
entra las escrituras de las diferentes islas sugiere para los
investigadores Belmote, Perera y González un origen común o
geográficamente muy próximo para sus gentes. De aquí se confirma
también la existencia probable de dos “alfabetos” casi idénticos
en el Archipiélago, uno en El Hierro y Gran Canaria −y
posiblemente La Gomera−, al que se ha propuesto llamar Canario
Occidental, y otro, el Majo, en las islas orientales de Fuerteventura
y Lanzarote.
Sorprende el parentesco establecido en
este estudio entre el Canario Occidental y las escrituras del grupo
Masilio y también con el Líbico Horizontal, que relaciona a
Canarias con las regiones más distantes del noroeste de Africa, como
Túnez, en lugar de con las regiones próximas a las costas
atlánticas, ya que, hasta ahora, la mayoría de los especialistas
han relacionado las escrituras canarias con los alfabetos denominados
saharianos de estas regiones vecinas. En este sentido, también
resulta relevante el parentesco de los grupos canarios con los grupos
más lejanos geográficamente de las islas y que se encuentran en Bab
el Macnusa y Ghirza, e incluso más allá, en dirección a oriente.
Se percibe una clara dicotomía entre
el grupo de alfabetos líbicos y el de los saharianos, que a su vez
poseen nexos muy débiles entre sí. Este hecho apoya la idea de que
el sistema de escritura líbico-beréber se desarrollo en Numidia
(Norte de Argelia y Túnez), bajo inspiración púnica, en algún
momento cercano a la creación del reino. La expansión hacia el
Sahara y la fachada atlántica parece que sucedió con posterioridad.
Esta idea es corroborada por Irma Mora
Aguiar, de la Cátedra de Estudios Bereberes de la ULL, que en base a
las evidencias arqueológicas y al análisis epigráfico sitúa el
nacimiento de la escritura líbico-bereber a finales del I milenio
antes de la Era actual. Como toda escritura, obedecía a una norma
ortográfica que se fue deturpando con el devenir histórico y su
adaptación a otros dialectos, usos y soportes. Este panorama
propició la aparición de diferentes alfabetos a lo largo del norte
de África durante la Antigüedad. Los investigadores han considerado
la diversidad alfabética como un problema, pues dificulta
enormemente la transcripción y traducción, pero precisamente es a
través de esta riqueza que se puede rastrear la evolución gráfica
y los movimientos poblacionales de sus usuarios. La distribución de
determinados grafemas líbico-bereberes y las fuentes históricas
resultan especialmente útiles para comprender estas migraciones,
entre ellas, el poblamiento de Canarias.
La experiencia de los tuaregs
La ponente Renata A. Springer Bunk,
relató su experiencia en la investigación de signos líbicos con
tribus tuaregs del Sáhara Central, que distinguen la escritura
empleada por ellos y denominada “tifinagh” de otra modalidad,
cuyas inscripciones califican como “antiguas”, a veces también
“hechas por los antepasados”, y que, por lo general, no son
capaces de comprender. Ello se debe a que en ocasiones observan el
empleo de signos desconocidos para ellos, pero también debido a que
la sucesión de los grafemas no les aporta significado alguno.
En el estudio comparativo entre las
artes rupestres de Canarias y el Norte de África, los historiadores
Agnès Louart y Pedro Sosa Alonso aprecian similitudes en los motivos
grabados en rocas de las islas y diferentes paneles africanos, pero
también que en cada isla se desarrolla una cultura diferente tras su
asentamiento a partir de una herencia continental. Entre las
similitudes destacan los podomorfos asociados con actividades
agrícolas o ganaderas del Sáhara. En Canarias no son tan
frecuentes, pero los encontrados muestran cierta continuidad gráfica
con los saharianos y la mayor concentración se produce en
Fuerteventura, con unos trescientos. Los grabados del barranco de
Balos en Gran Canaria presentan algunas particularidades, con
inscripciones superpuestas de diferentes épocas, y elementos comunes
con el Norte de África y el Sáhara.
Para Jonathan Santana Cabrera,
perteneciente al grupo de investigación Tarha y al Departamento de
Ciencias Históricas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
(ULPGC), las Islas Canarias fueron colonizadas
hace 2.000 años por poblaciones agrícolas del norte de África que
representaban los límites más occidentales de la colonización
humana euroasiática hasta el contacto europeo con el continente
americano. Este es un ejemplo superlativo de colonización porque los
primeros habitantes permanecieron aislados hasta la colonización
europea en el siglo XV, quienes encontraron poblaciones que hablaban
dialectos distintos y no tenían ni las habilidades ni las
tecnologías necesarias para navegar entre las islas.
Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI |
Adaptación y sostenibilidad
La colonización inicial de Canarias
constituye un ejemplo de adaptación y sostenibilidad para Santana
Cabrera, porque aquellas personas pudieron crear sociedades capaces
de soportar el aumento de las poblaciones humanas en ecologías
insulares diversas y aisladas con una baja densidad de recursos
alimenticios. Sin embargo, la forma en que los primeros colonizadores
transformaron islas vírgenes en paisajes domésticos para hacer que
fueran más habitables sigue sin resolverse.
Para ayudar a comprender este fenómeno,
un grupo multidisciplinar de investigadores integrado por Jared
Carballo Pérez, Jose María Moreno Narganes, Octavio Torres Gomariz,
Paloma Vidal Matutano y Natalia Égüez trabaja en el proyecto
Archeomobas (Arqueología y Etnografía de la Ocupación y Movilidad
de los Agropastores de Jbel Sirwa) en el Anti-Atlas marroquí, con el
apoyo del Centro Jacques Berque de Rabat. Este equipo plantea
que los modelos de ocupación y producción en las
regiones de alta montaña son de interés científico por la
variabilidad de las expresiones materiales dejadas por las
poblaciones agropastorales del pasado y valoran aspectos como la
trashumancia, los espacios domésticos, la complejidad de la
producción o la relación entre los humanos y las montañas como un
entorno natural. El estudio de la vida cotidiana de las poblaciones
agropastorales de Jbel Sirwa posibilita comprender mejor la ocupación
humana de las montañas altas, como sucedió en cinco de las siete
islas canarias.
En La Gomera, los investigadores Elías
Sánchez Cañadillas y Juan Carlos Hernández Marrero han analizado
33 restos antropológicos provenientes de diferentes contextos
funerarios de toda la isla y los isótopos estables de 53 individuos
para poder comprobar cuales podrían ser los elementos predominantes
en la dieta de la población prehispánica de esta isla y saber si
esta cambió a lo largo de la ocupación aborigen o se mantuvo
estática en la isla durante el poblamiento indígena.
Los resultados revelan una similitud en
cuanto a ocupación del territorio respecto a otras islas del
archipiélago, con dataciones en restos humanos no más antiguas al
siglo III de la Era actual con continuidad hasta el siglo XV, y
permiten esbozar un escenario en el que el consumo de plantas
cultivadas sería más predominante en los momentos finales de la
ocupación aborigen, diferenciado de unos primeros siglos en los que
la dieta tendría un carácter más variado en cuanto a especies
vegetales silvestres.
Otros datos obtenidos fueron que la
población guanche de La Gomera tenía un consumo diferencial de
proteínas por sexo, que era mayor en los hombres; que esas proteínas
procedían del consumo de carne de cabras y ovejas. También existen
indicios de cambios de temperatura en determinadas épocas y que,
entre los siglos VIII y X, pudieron derivar en un cambio de dieta.
Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI |
De continentales a isleños
El equipo multidisciplinar integrado
por Constantino Criado, Lea de Nascimento, José María
Fernández-Palacios, Carlos Escudero y Sandra Nogué ha indagado
sobre cómo eran las islas antes del siglo XV y creen que los
primeros pobladores conocían los metales, pero tuvieron que
adaptarse a un medio volcánico tallando basalto y obsidiana y
confeccionando molinos de mano sobre roca porosa. En algunas islas se
enfrentaron a erupciones volcánicas (8 en Tenerife, 15 en Gran
Canaria y al menos 2 en La Palma), con dinámicas eruptivas
diferentes. La convivencia con la actividad volcánica fue tan
trascendental que formaba parte de la religión en Tenerife.
La fauna canaria carecía de animales
peligrosos y tampoco tenía muchas especies cinegéticas: contaron
con aves como pardelas, palomas, hubaras y codornices; la foca monje
en Fuerteventura y lagartos y ratas gigantes en otras islas. Los
datos procedentes del análisis del polen y de los carbones revelan
la importancia de las formaciones forestales en Gran Canaria, La
Gomera, Tenerife, La Palma e incluso Fuerteventura, a falta de
recabar los datos de Lanzarote y El Hierro; pero hay indicios de que
los humanos afectaron los ecosistemas, con un aumento de incendios y,
en algunos casos, disminución de los pólenes y carbones de especies
arbóreas.
Con los acuíferos intactos, las islas
eran ricas en agua. Hasta el siglo XV hay evidencias históricas de
arroyos en todas las islas salvo el Hierro y Lanzarote, donde la
necesidad de agua era resuelta mediante la captación del agua de
niebla (Garoé) o maretas. Hay restos de grandes aluviones debidos a
lluvias intensas en Tenerife, así como evidencias de erosión del
suelo en Lanzarote.
Uno de los aspectos
más relevantes de la adaptación al medio de los guanches fue el
magnífico trabajo realizado con la madera con herramientas de piedra
y hueso. Paloma Vidal Matutano del grupo Tarha ha comprobado que la
madera ha sido uno de los recursos más utilizados con diferentes
propósitos: combustible, prácticas funerarias o artesanía, entre
otras. El material y las piezas que se conservan revelan un profundo
conocimiento de la disponibilidad de la planta y las características
físicas y mecánicas cada una.
Los restos
analizados, procedentes de yacimientos arqueológicos, son de pino
canario (la madera más abundante) y drago, donde se aprecia el
aprovechamiento de sus posibles cortes naturales según las las
características de la madera y sus zonas de ruptura, ya que los
útiles de corte serían piedras de obsidiana afiladas. En uno de los
lugares se encontraron también bastones de faya y madroño canario,
mientras que en otras zonas aparecieron maderas de palmera canaria,
higuera, balo, sabina y laurel, entre otras.
Momia de San Andrés (Tenerife) perteneciente al MUNA de Tenerife |
Una de las singularidades de la cultura guanche radica en los procesos funerarios, que son únicos, pero comparten algunos elementos con otras culturas. Hayette Berkani, de la Universidad de Aix-Marseille, explica que en algunos lugares del Sahara se encuentra una alta densidad de monumentos funerarios, con unas características arquitectónicas y dimensiones a menudo imponentes, que pueden alcanzar los cien metros. Los más espectaculares se pueden observar en Tassili, Argelia, con estructuras que no se repiten en otra parte de África, que incluyen corredores orientados al Este con variaciones al Norte o al Sur hasta en 40 grados. La mayoría de los túmulos saharianos están orientados siguiendo el eje solar de Este a Oeste.
El equipo internacional y
multidisciplinar integrado por Lalla Khaddouj Benlamine, Djillali
Hadjouis, Abdesslam Amarir, Abderrahim Lahrach, Pierre-Henri Giscard
y Caroline Allard
ha llevado a cabo en los últimos años
en la región de Guigou, en el Medio Atlas marroquí, excavaciones
arqueológicas en túmulos funerarios, en una de las cuales apareció
un esqueleto incompleto y perturbado. Con éste y otros hallazgos
esperan avanzar en el conocimiento de la prácticas funerarias de la
zona, del estado de salud de estas poblaciones al final de la
Protohistoria, de la evolución del asentamiento, su cruzamiento y su
desarrollo a través de la genética, lo que podría aclarar los
vínculos genómicos que estas poblaciones podrían tener con los
habitantes más antiguos de la zona y alrededores.
Los túmulos funerarios son
característicos de Gran Canaria, aunque también comparte con otras
islas las sepulturas en cuevas naturales. En este último tipo de
recintos no se han encontrado paralelismos funerarios en el Norte de
África, aunque sí en lo que respecta a receptáculos y estancias
excavadas en piedra como los hauanet.
Dibujo de guanches realizado por Leonardo Torriani a finales del siglo XVI |
Procesos migratorios
La llegada a Canarias de los primeros
pobladores no puede entenderse sin conocer los movimientos
migratorios entre continentes tanto por tierra como por mar. El grupo
investigador integrado por Thomas Perrin, Tiphaine
Dachy, Esther López Montalvo, Claire Manen y Grégor Marchand ha
estudiado los cambios en las sociedades humanas que habitaban en
torno al Mediterráneo durante el Holoceno, destacando épocas en la
que se intensificaron los contactos, como entre los años 6.500 y
6.400 antes de la Era actual.
La movilidad de las poblaciones ha sido
una constante desde la Antigüedad, aunque el origen de los cambios
sólo pueda ser intuido, como pueden ser los factores climáticos o
una importante expansión demográfica. Las migraciones de sur a
norte podría reflejar el desplazamiento de las poblaciones, al menos
en las primeras etapas de la expansión de nuevos procesos técnicos.
Sin embargo, los posibles contactos entre África y Europa también
pueden documentarse en producciones cerámicas, así como en
expresiones artísticas.
Oubraham Djouher, del Instituto de
Arqueología de la Universidad de Argel II, considera importante
también tener en cuenta las migraciones en dirección Este-Oeste a
través del Sahara Central, ya que existen evidencias de rutas por
las que han circulado personas, mercancías y animales desde tiempos
antiguos, como se puede apreciar en pinturas rupestres con ganadería
bobina transhumante, desplazamientos de tuaregs sobre bóvidos y, en
épocas posteriores, junto a caballos y carros.
Isabelle Sidéra, de la Universidad
Paris X Nanterre, especialista en el análisis de útiles y objetos
decorativos elaborados con huesos, pone de relieve la existencia de
elementos similares en muchos puntos del mediterráneo y hacia el
interior de Turquía, Oriente Medio y Europa Oriental, dentro de un
período que oscila, según las dataciones, entre el 10.000 y el
4.500 antes de la Era actual. También revela que se han encontrado
evidencias de contactos a través de embarcaciones y, dentro de la
cultura capciense, de matrimonios concertados, donde la mujer se
desplazaba a casa del hombre para casarse y trabajar tanto en la
artesanía cerámica como en la industria ósea.
Para las investigadoras Esther Chávez
Álvarez y Carmen Cathaysa Cabeza Carrillo el descubrimiento de
Canarias en la Antigüedad es un tema que todavía hoy suscita
incógnitas y sigue siendo objeto de debate, sobre todo a la hora de
establecer quiénes fueron los protagonistas de la gesta y el momento
en el que se produjo.
Para clarificar los aspectos que
hicieron posible este descubrimiento se necesita un enfoque
multidisciplinar que incluya expertos en historia, arqueología,
filología clásica, náutica, astronomía y análisis de los
paisajes marítimos para conocer la progresiva exploración y
colonización de la costa atlántica africana en la Antigüedad, los
condicionantes de las incursiones que tuvieron lugar al sur de
Mogador, pues serían éstas las que tendrían como resultado el
descubrimiento y reconocimiento progresivo de las islas.
Hace falta tener acceso a los
conocimientos naúticos de la época, a los condicionantes físicos
de la navegación atlántica, analizar las fuentes históricas y
literarias de la época, las variaciones geográficas desde la
perspectiva de los navegantes, las corrientes y derroteros o la
visibilidad de las costas y promontorios costeros. También hay que
tener en cuenta los intereses económicos de la época, como el
comercio de los recursos pesqueros, los tintes o la sal.
Hasta ahora no se conocen asentamientos
fenicios o púnicos al sur de Mogador y si realizaron navegaciones de
reconocimiento de la costa atlántica hacia el sur desde esta
localización no establecieron factorías o asentamientos. El
conocimiento de esta parte de la costa africana se produciría a
partir de la destrucción de la ciudad de Cartago por los romanos en
el año 146 antes de la Era actual.
Gráfico del ADN mitocondrial de los
guanches y canarios actuales incluido en la publicación científica
'Mitogenomes illuminate the origin and migration patterns of the
indigenous people of the Canary Islands'
La huella genética
Rosa Fregel, profesora de Genética de
la Facultad de Biología de la ULL, considera que los proyectos
paleogenómicos están siendo fundamentales para resolver cuestiones
arqueológicas muy discutidas, incluidas las que rodearon la
revolución neolítica. Mediante secuenciaciones de última
generación y técnicas de ADN antiguas, ha demostrado que los
marroquíes neolíticos tempranos son similares a los individuos de
la misma región de la Edad de Piedra posterior y poseen un elemento
endémico aún retenido en las poblaciones actuales del Magreb, lo
que confirma una continuidad genética a largo plazo en la región.
Sin embargo, los individuos neolíticos tardíos del Norte de África
están mezclados, con un componente norteafricano e ibérico,
apoyando las teorías del flujo de genes a través del Estrecho de
Gibraltar con los datos recopilados y las muestras hasta ahora
analizadas.
El estudio comparativo de ADN en
poblaciones antiguas del Norte de África incluye el Neolítico
Temprano en Marruecos (5.000 años antes de la Era actual), Neolítico
Tardío en Marruecos (3.000 antes de la Era actual), Neolítico
Temprano en Andalucía (5.000 antes de la Era actual), Paleolítico
Superior en Taforalt, Marruecos (13.000 antes de la Era actual), y
guanches (Siglo I de la Era actual).
El ADN guanche está próximo a del
Neolítico Tardío en Marruecos, pero también este último es
similar al Neolítico Temprano en Andalucía, por lo que, según los
datos obtenidos hasta la fecha, el Neolítico Tardío en Marruecos es
una mezcla de poblaciones del Neolítico Temprano de Marruecos y
Andalucía, y los guanches también son similares a poblaciones del
Neolítico Temprano en la Península Ibérica, aunque su ADN indica
la existencia de otras migraciones en el Norte de África.
Al menos parte de la ascendencia
europea observada hoy en el Norte de África está relacionada con
migraciones prehistóricas en el Neolítico y las poblaciones
bereberes ya tenían mezcla de un componente europeo antes de la
conquista romana. El ADN moderno en el Norte de África incluye un
componente magrebí llegado desde Eurasia en tiempos paleolíticos;
un componente del Medio Oriente procedente de la conquista árabe del
siglo VII de la Era actual, un componente subsahariano procedente de
migraciones transaharianas y un componente europeo procedente de
migraciones históricas de romanos, vándalos y otros pueblos.
Alejandra C. Ordóñez y Javier G.
Serrano, pertenecientes al Laboratorio de Paleogenómica de la
Facultad de Biología de la ULL, han podido constatar en sus estudios
que las poblaciones indígenas no eran homogéneas y en algunas islas
mostraban signos de aislamiento. Además, cuando los genomas
nucleares se comparan con muestras antiguas de Europa y el norte de
África, los guanches presentan similitudes con poblaciones del
Neolítico Tardío en Marruecos, pero con un componente más antiguo
del Norte de África. Estos resultados apuntan a un escenario
demográfico muy complejo en la zona y la necesidad de una
comprensión más profunda de la Prehistoria de esta región para
conocer el origen y la evolución de los primeros pobladores de las
Islas.
El halogrupo U6 vincula a los guanches
con el Norte de Africa (El mayor porcentaje está en el centro de
Argelia), pero también está presente en Andalucía y Portugal, y en
pequeños porcentajes en Francia, Cataluña, Chipre, Libia, Egipto,
Grecia e Italia.
El halogrupo T2 vincula a los guanches
con Europa y está presente en Sur de Portugal y Aragón, aunque los
mayores porcentajes se presentan en Córcega y Cerdeña, Creta,
Jordania, Italia y Dinamarca, mientras que en menor proporción
también aparece en Marruecos, Túnez y las costas de Libia y Egipto.
En cuanto a la diversidad de los
halotipos (información genética para diferenciar poblaciones de una
misma especie), la población antigua de La Palma es la que presenta
más diversidad con un 85,4%, seguida por la de Tenerife con un 82,7%
y la de Gran Canaria con un 80,6%, ambas en proporciones muy
parecidas. Las poblaciones antiguas de Lanzarote y Fuerteventura sólo
llegan al 57,9%, la de La Gomera alcanza el 54,5% y la de El Hierro
se queda tan sólo en el 31,2%, lo que supone un elevado nivel de
endogamia y que explicaría patologías como la espina bífida que
presentan algunos restos analizados en esta isla.
Los genomas mitocondriales completos
dicen que en todas las islas hay halotipos característicos del
Centro y Norte de África, aunque en diferente proporción. En torno
a un 98-99% entre los antiguos pobladores de El Hierro, un 60-70% en
los de Lanzarote y Fuerteventura, más del 50% en los de La Palma,
menos del 50% en los de Tenerife y Gran Canaria y menos del 10% en
los de La Gomera. Respecto a los halotipos de Europa y Oriente
Próximo, en La Gomera rondan el 70%, Tenerife y Gran Canaria el 40%,
en Lanzarote y Fuerteventura sobre el 30%, más del 20% en La Palma y
no se aprecian en El Hierro.
En la mezcla genética de los guanches
aparece presencia de cinco grupos humanos diferentes. La diversidad
de halotipos sugiere un proceso de colonización heterogéneo, con
dos posibles eventos colonizadores y los linajes también apuntan a
que se produjeron en torno al cambio de Era.
Acto inaugural de las jornadas
Aportaciones valiosas
Las jornadas científicas
'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb' se han
configurado como un foro en el que investigadores y grupos avanzaron
el resultado de diferentes estudios de trascendencia arqueológica,
histórica, antropológica o etnográfica. Son los casos de Djillali
Hadjouis, del Servicio de Arcqueologia de Val de Marne, sobre restos
óseos de mandíbulas y dientes; Amel Chakroun, de la Universidad de
Túnez-El Manar II, sobre grupos recolectores de moluscos para
comida, adornos o tintes en la Antigüedad; Yolanda Carrión Marco y
Paloma Vidal sobre dinámica del paisaje y estrategias de manejo de
leña durante la transición entre el Pleistoceno y el Holoceno en el
Norte de África; María Dolores Cámalich Massieu, del Área de
Prehistoria de la ULL, sobre las sociedades campesinas del IV y III
milenio en Andalucía y su relación con el África Noroccidental;
así como Iddir Amara y Nagète Aïn Séba-Fauré, ambas de la
Universidad de Argel II, sobre la representación rupestre de los
carnívoros en la fauna holocena de Argelia y la evolución del medio
ambiente a través del arte rupestre sahariano, respectivamente.
En la misma línea
cabe citar al equipo integrado por Octavio Torres Gomariz, Fernando
Prados Martínez y Helena Jiménez Vialás por su trabajo sobre la
arquitectura fenicio-púnica; a Hacomar Ruiz González, del
Departamento de Geografía e Historia de la ULL, por su estudio
comparativo entre viviendas en época romanas de Pollentia (Mallorca)
y África; a Salvador Pardo Gordó y María del Cristo González
Marrero por compartir los avances en la metodología de datación por
radiocarbono en las colonizaciones humanas; a Samuel James Cockerill,
del Departamento de Geografía e Historia de la ULL, por su estudio
de variantes anatómicas en el proceso de poblamiento de Canarias;
así como al equipo formado por Laura Hernández Tomé, Margarita
Jambrina Enríquez, Carolina Mallol Duque y Efraín Marrero Salas por
su estudio geoarqueológico en el tubo volcánico de los Roques de
García en Las Cañadas del Teide.
Muchos de los trabajos realizados están
siendo posible gracias a la colaboración internacional con
universidades de California (EE UU), como Stanford y las públicas de
Santa Cruz e Irvine, y Reino Unido, como Durham y Southampton. Junto
al apoyo de instituciones canarias y españolas, también hay
financiación privada para los proyectos por parte de las fundaciones
de CajaCanarias y La Caixa.
Un debate estéril y pernicioso
Los participantes en las jornadas
'Circulaciones durante el Holoceno en torno al Maghreb' no perdieron
el tiempo en entrar un uno de los debates más estériles que se
viene desarrollando durante las últimas décadas dentro de
determinados círculos académicos canarios sobre cómo deben
denominarse al conjunto de sociedades que habitaron las Islas
Canarias hasta la colonización europea en el siglo XV: ¿Aborígenes?
¿Indígenas? ¿Antiguos canarios? Sin embargo, este debate no
existía hasta finales del siglo XX, ya que había cierto consenso
social en llamarlos guanches.
Sobre la validez de este nombre hay una
realidad incuestionable: está presente en la toponimia de las siete
islas, como se puede comprobar en el 'Diccionario de Toponimia de
Canarias: Los guanchismos' de Maximiano Trapero. Además, los
antiguos habitantes de cada una de las islas tiene uno o varios
gentilicios propios a excepción de Lanzarote y Fuerteventura, que
comparten la denominación de majos, maxos o mahoren: bimbaches o
bimbapes para Hero-El Hierro, haouaritas o awaritas para Benahoare-La
Palma, gomerytas o chienas para (La) Gomera, binchenian o binchenis
para Chinech-Tenerife y guanartemen, guanartemis o guanartemes para
Tamarán-Gran Canaria, aunque estos últimos también comparten la
denominación de canarios.
En muchos países se ha suscitado este
debate por la existencia de un vasto territorio habitado por
sociedades con culturas muy diferentes entre unas y otras, como forma
de agruparlas para abordar problemas comunes. En Argentina, por
ejemplo, la veintena de culturas con sus respectivos idiomas que
subsisten se agrupan bajo el término de 'pueblos originarios';
mientras que en EE UU y Canadá reciben la calificación de 'First
Nation' (Primera Nación).
No es el caso de Canarias, donde el
territorio es disperso pero existen muchas similitudes culturales
entre las sociedades de las diferentes islas y el término guanche
tiene la misma aceptación entre la sociedad actual que ha tenido
entre la comunidad científica internacional. Obviarlo por parte de
los investigadores locales no deja de ser una forma más de
ignorancia ilustrada.
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