La batalla perdida contra la desinformación
Hace algún tiempo que vengo detectando
que en determinados grupos y amigos de whatsapp algo ha cambiado. Los
que antes no paraban de enviarme chistes, a Julio Iglesias con el
consabido 'Y lo sabes', mujeres exhibiendo su cuerpo, escenas
sexuales explícitas, vídeos de gente pegándose trompadas y
haciendo estupideces y al negro con sombrero verde, toalla sobre los
hombros y pene insignificante, ahora me envían enlaces criticando a
feministas, activistas sociales, inmigrantes, sindicalistas y todo
aquel que se manifieste en contra de un nuevo pensamiento único
basado en la mentira y aliado con la peor ultraderecha posible.
Estamos ante el crimen social perfecto.
El culpable ostenta un poder omnímodo y culpa a pobres (en lo
económico) inocentes (aunque imperfectos como todo ser humano) de
todos los desmanes que ocasiona. Roba lo poco que le queda a la clase
media y la enfrenta contra los que nada tienen y sólo buscan un
trabajo para poder sobrevivir ellos y sus familias y cuando lo
consiguen son ocupaciones que precisamente no quiere nadie con un
mínimo de dignidad, porque se realizan en condiciones esclavistas.
Acusan a los medios informativos de que
no les interesa esta realidad, pero no es cierto. Veo reportajes y
noticias en televisión que muestran esa situación, al igual que lo
leo en los periódicos, aunque el culpable siempre es una mala
praxis, pero no un sistema planificado de explotación creado por la
famosa 'mano invisible' de los mercados (los más codiciosos,
avariciosos y acaparadores de poder y dinero) que enunciara el padre
del liberalismo económico: el escocés Adam Smith. Donde seguro que
no veo nada de esto es en los grupos de whatsapp, donde lo que se
envía es acusatorio y denigratorio, y donde no existe el más mínimo
debate intelectual, sino que todo es visceral y repulsivo. Se está
convirtiendo en un twitter personalizado, donde lo que importa es
agredir, no reflexionar.
Lo peor es que esta toxicidad provocada
se está contagiando, porque es lo que tiene audiencia. En el último
Estudio General de Medios (EGM), la prensa diaria sólo es leída por
el 20,4 por ciento de los encuestados, mientras que el 80,7 por
ciento utiliza internet. Podía argumentarse que los periódicos
también están en internet y es cierto, pero según el último EGM
el 97,1 por ciento de los encuestados utiliza internet para enviar o
recibir mensajes instantáneos (whatsapps), mientras que cuando se
abre el navegador es sobre todo para acceder a youtube y facebook,
aunque un 61,9 por ciento dice leer noticias de actualidad, si bien
no es lo mismo buscar por propio interés que entrar a ver los
enlaces 'sugeridos' por los 'amigos' de whatsapp.
Si doy la batalla contra la
desinformación por perdida es porque en un grupo de whatsapp al que
me invitaron en su día y donde hay numerosos y cualificados
profesionales de la comunicación han comenzado a circular patrañas
que no veo que nadie cuestione ni analice, algunos incluso las dan
por buenas y se animan a compartirlas con otros amigos y grupos. Y si
los propios profesionales no somos capaces de distinguir la realidad
de las mentiras y las verdades a medias (además de estar obligados
por ética a denunciarlas), no sólo nos desacreditamos como
colectivo, sino que también dejamos huérfana de verdad a la
sociedad. Y así es como, a partir de imperfectas democracias
liberales, se construyen las modernas dictaduras en el siglo XXI.
Totalmente de acuerdo, aunque espero que la última frase no sea así. Quisiera estar en desacuerdo con ella.
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