El espectáculo de la tecnología
La Tenerife LAN Party Summer cerró sus
puertas y los organizadores ya han expresado su satisfacción por la
participación registrada y por el desarrollo de las actividades.
Casi todos los años suelo darme una vuelta por el Recinto Ferial
para ver como está el panorama y asistir a alguna de las charlas,
conferencias o mesas redondas sobre innovación que se desarrollan
dentro del programa.
Por el número de asistentes con los
que tuve el privilegio de compartir patio de butacas, creo que soy
una minoría de la minoría que acude a estas convocatorias y eso que
creo que son lo más valioso, desde el punto de vista del
enriquecimiento personal y profesional, de cuantas propuestas se
desarrollan a lo largo de esos días.
Entre las charlas que más me aportaron
me quedo con la de Luis Torres, CEO de Drakhar Estudios, que habló
sobre el proceso de producción y realización de videojuegos tal y
como se hace en su empresa, que según explicó tiene encargos de EE
UU tanto por la calidad de su trabajo como por el precio competitivo
de sus servicios.
Me llamó la atención que en la puesta
en marcha de cualquier iniciativa participa un equipo
multidisciplinar de personas, cuyo número pude oscilar entre seis y
cuarenta profesionales, dependiendo de la envergadura y el
presupuesto del proyecto, procedentes de ámbitos tan dispares como
el arte, la música, la economía o la programación.
En ocasiones tenemos la impresión que
el sector de los videojuegos es algo así como una especie de selva o
guerra interplanetaria, en la que las empresas ofertan a los
potenciales consumidores productos para que se dediquen en sus ratos
libres o, si tienen suerte, como profesionales a cargarse bichos,
aliens, robots o humanos.
En base a esta idea, la próxima guerra
mundial consistirá en equipos de esports, compitiendo desde salas de controles ubicadas
en estratégicos bunkers a prueba radiación nuclear, tratando de
destruir al enemigo con robots y drones, mientras dejan el planeta
destrozado y sin vida.
Pero lo cierto es que no todo es
violencia y hay videojuegos para todos los gustos. Sin ir más lejos,
entre los más vendidos, descargados o copiados de la historia se
encuentran el Tetris. los Wii Sports, el Mario Car, el Grand Theft
Auto o el Super Mario Bros. Otro de los más vendidos, el Minecraft,
puede ser un poco más violento, ya que hay que crear un mundo y
talar árboles para hacer herramientas, matar animales para comer y
hacer todo lo que sea necesario para sobrevivir.
No soy un experto en esta materia, pero
me sorprendió que uno de los proyectos de Drakhar Studios sea un
videojuego denominado One Night, en el que no hay que matar a nadie,
sino salvar la vida de los personajes. El juego se desarrolla en una
mansión encantada, en la que entran varios personajes, que no saben
que van a morir a causa de las trampas que les van a poner los
fantasmas que la habitan y que no pueden ver. El jugador debe
interactuar con los personajes sin que lo sepan, facilitando pistas
anónimas para su salvación.
La industria de los videojuegos no sólo
facilita entretenimiento, sino que contribuye a generar empleo de
calidad, para profesionales con una alta preparación en sus
respectivos campos, hasta el punto que son considerados como
investigadores. El sector, por su carácter innovador, se encuentra
en una especie del límbo: todos estamos de acuerdo que, en general,
constituye una forma de espectáculo y de ocio, pero también puede
ser cultura, tiene capacidad para transmitir valores y puede ser
educativo.
Viendo los miles de jóvenes, junto a
otros no tan jóvenes, que han participado en la Tenerife LAN Party
Summer (cuya traducción como la Fiesta de la Red de Área Local de
Verano de Tenerife resulta menos glamurosa) creo que la industria de
los videojuegos tiene mucho que aportar al futuro y que posicionar a
las islas dentro de este contexto global como factoría de producción
debe ser uno de los retos colectivos que tenemos que afrontar, si
bien, para acertar, habrá que saber financiar a aquellos proyectos y
empresas canarias, al igual que en la música, el cine o la
televisión, para que su trabajo pueda tener la relevancia
internacional que merece.
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