Murgas, periodismo y viceversa
Ahora que terminan los carnavales en la
mayoría de los lugares donde se han venido celebrando quizá sea el
momento de hacer una reflexión sobre los desencuentros entre dos de
los colectivos más críticos y satíricos relacionados con estas
fiestas: las murgas y los periodistas.
Desde que llegó la democracia viene
siendo tradicional que en las letras de las murgas se incluyan
comentarios más o menos sarcásticos y, en ocasiones, más o menos
ofensivos dirigidos hacia algún periodista, que últimamente casi
siempre suele ser el mismo, creo que más por costumbre que por
merecimiento; no por él, sino también por el resto de los
informadores, entre los que hay buenos, regulares y malos en el
ejercicio de su actividad, como en todas las profesiones.
En general, las murgas recriminan a los
periodistas que no informen de algunos asuntos que les parecen
interesantes para la ciudadanía mientras que sí informan de otros
vinculados a los intereses políticos y empresariales dominantes. Por
su parte, los periodistas reprochan a muchas murgas su falta de
humor, ironía e ingenio, además de que en algunos o muchos momentos
no se entienda lo que cantan.
Este año me llamó la atención una
letra interpretada por Los Bambones en la final, que creo que resume
a la perfección el sentimiento y el resentimiento hacia los
comunicadores y que contiene buena parte de los ingredientes que han
hecho grande a esta murga a lo largo de su historia. La estrofa que
cantaron dedicada a los profesionales de la comunicación decía así:
“Estoy leyendo en twitter, vergüenza
dan
como los periodistas, en cada final
se calientan la boca pa ganar
como disfrutan dando leña a los
murgueros
murga decepcionante, no tienen magia,
no dan pa más
murga que no conecta, no tiene arte pa
criticar
lo dicen los periodistas ¡tremendos
huevos!
cuando más te humillan, más grande es
¡coño! su titular
pa eso sacaste una carrera, para
insultar a unos murgueros
tantos estudios, noches en vela, para
acabar siendo un rastrero
pa eso son valientes y no dan nunca ni
un paso atrás
pero no hay cojones de criticar a quien
deberían
al que está mamando de mi carnaval
no has escrito ni un renglón de que
Gladys de León
no soporta al director de la gala
ni de murgas que a ensayar van al
Recinto Ferial
y tú sabes las que son y te lo callas
Pues si ves que Carlos Mas el sonido la
cagó
que se oigan unas murgas y otras no
¡Periodista! Te regalo un titular para
mañana
mientras esta murga es libre tú te
cagas
yo critico y tú obedeces al que paga
yo soy libre y tú obedeces al que
paga.”
No soy un especialista en información
sobre carnaval, ni conozco los entresijos de la organización de los
concursos de estas fiestas, pero sé que nunca llueve a gusto de
todos cuando lo que se persigue es un premio y la labor de los
integrantes de los jurados resulta muy complicada cuando quieren
decidir en justicia, lo mismo que sucede con los periodistas que
realizan la información, porque existe una elevada carga de
subjetividad en las decisiones y cada uno tiene una perspectiva
diferente sobre lo que acontece, lo que constituye una de las
debilidades de todos los certámenes y, a la vez, una de las
grandezas de la libertad de expresión.
Sobre lo que sí estoy convencido es
que nadie es perfecto, ni los periodistas, ni los políticos, ni los
empresarios, ni los funcionarios, ni los organizadores de eventos, ni
los integrantes de un jurado, ni los técnicos de sonido e
iluminación, ni los murgueros. Supongo que todos tratamos de hacerlo
lo mejor posible en nuestras respectivas profesiones, tareas y
aficiones. Además, que yo sepa, ser murguero todavía no es una
profesión y espero que nunca lo sea, porque entonces el resultado de
esa vocación será igualmente interesado y no tan libre como se
predica desde este colectivo.
Una de las críticas más frecuentes
que se le hace a los medios de comunicación es que no ofrecen la
información que demanda la sociedad, sino la que interesa a algunos
políticos y empresarios. Sin embargo, en la actualidad, existen
muchas maneras de saber si lo que dicen los medios y los
profesionales interesa al público, ya que cualquiera puede difundir
contenidos a través de redes sociales y éstas determinan a cuantas
personas han llegado el mensaje. Dentro de este escenario, la
información de los medios sigue teniendo mucha relevancia, hasta el
punto que suele ser utilizada precisamente por las murgas para
elaborar las letras de sus canciones, donde encontramos que vuelven a
reprobar lo que ya hicieron otros periodistas antes, a veces hasta
con más gracia, y por eso se les critica, porque se espera de ellas
que aporten originalidad y frescura en los temas que abordan.
La realidad es que los medios y los
profesionales tienen muchas limitaciones de espacio y tiempo, más que de libertad, y no
siempre pueden difundir todas las informaciones que les gustaría, por cuestiones de relevancia dentro de la actualidad, y
cómo les gustaría, en extensión y profundidad de análisis, pero tampoco encontraríamos gente que tuviera
tiempo para enterarse de todas ellas. Es más, según los últimos
estudios y justo en la denominada Era del Conocimiento, con más
recursos humanos y tecnológicos a nuestro alcance que nunca, en
nuestro país cada vez las personas dedican menos tiempo a
informarse. Incluso hay quien piensa que las noticias que ofrecen los
periodistas y los medios o son aburridas o son sensacionalistas, como
si la realidad tuviera que ser siempre divertida o repleta de efectos
especiales.
Sinceramente creo que un carnaval con
murgas y con su afortunada o desafortunada crítica es un carnaval
mejor. Yo prefiero el mío, el que conozco, el tinerfeño, al de Río
de Janeiro, Venecia o Düsseldorf, por citar algunos, y no quiero
imaginarlo en el futuro sin murgas. Como tampoco quiero imaginarme
una sociedad sin periodistas polémicos, sin prensa controvertida y
sin libertad de expresión, simplemente porque sería una sociedad
bastante peor, aunque hay quien considera que los profesionales de la
comunicación, como los propios murgueros, somos un estorbo y un
incordio.
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