Harano amelot he: ¿Terceras elecciones?
Escribo estas líneas el día de reflexión previo a la celebración de las Elecciones Generales del 26 de junio de 2016, antes no sólo de conocer los resultados, sino incluso de que se hayan expresado los votantes en las urnas. Es una apuesta arriesgada, pero creo que merece la pena comprometerse con un pronóstico basado en lo que he podido ver, escuchar y leer a través de los medios de comunicación a lo largo de la última campaña.
Confieso que no he podido ver ni escuchar personalmente a ningún político, ni cercano ni lejano, ni ninguno se ha acercado a mí o me ha llamado telefónicamente para pedir mi voto (lo que tampoco voy a reprocharles), por lo tanto mi opinión se sustenta exclusivamente en lo leído en la prensa y en lo visto y escuchado en la televisión y en las redes sociales.
Si no pongo en duda ninguna de las afirmaciones que han expresado en estos días (aunque algunas sean contradictorias) los cuatro candidatos con mayores posibilidades estadísticas de formar parte de un próximo gobierno, no me queda más remedio que concluir que vamos a unas terceras elecciones, salvo una sorpresa imprevista por las encuestas, lo que tampoco sería tan raro, teniendo en cuenta lo que acaba de suceder en Gran Bretaña.
Lo digo porque un sondeo a pie de urna predijo antes del recuento una victoria ajustada de los partidarios de que el Reino Unido continuara dentro de la Unión Europea (UE), cuando lo que sucedió fue precisamente lo contrario y ganó el 'Brexit'. Y la que se está armando a cuenta de esta decisión democrática: caídas de los mercados bursátiles, descenso del valor de la libra y del euro respecto a otras divisas presuntamente más estables, aumento de la temida 'prima de riesgo', más de dos millones de firmas (sólo hacen falta cien mil para impulsar la acción popular) piden en menos 24 horas al Parlamento británico que se convoque un segundo referéndum, dimisión en diferido (a octubre) del Primer Ministro británico David Cameron, uno de los líderes contrarios a la UE reconoce que el argumento principal de su campaña no era del todo cierto (Nigel Farage, del Partido de la Independencia de Reino Unido, aseguró reiteradamente durante la campaña que una salida de Reino Unido de la UE supondría un ahorro de hasta 350 millones de libras semanales que podrían destinarse a la sanidad pública), escoceses, irlandeses del norte y gibraltareños que votaron mayoritariamente por seguir en la UE barajan desvincularse del Reino Unido...
Suponiendo que la salida del Reino Unido sea un mayúsculo error colectivo inducido por afirmaciones falsas ¿es qué sólo tienen derecho a equivocarse los políticos y no los ciudadanos? Y lo que es más importante, ¿nos cuentan los políticos toda la verdad y nada más que la verdad (en algunos casos con la ayuda de Dios) en las campañas electorales o sus promesas propician nuestro fallo a la hora de escoger la papeleta o de poner la cruz en la opción más adecuada a nuestros intereses?
El 'Brexit' va a influir posiblemente en el llamado 'voto indeciso' español, pero ¿en qué sentido? ¿Hacia dónde queremos ir los ciudadanos de la UE? ¿No es el 'Brexit' un voto contra la globalización económica descontrolada? ¿Qué partidos nacionales recogen ese sentir popular contra la deslocalización empresarial que está minando los derechos sociales de los europeos? ¿Se expresa este sentimiento de diferente manera según los países y las regiones? ¿Nos sentimos engañados por los políticos tradicionales y rechazamos lo que nos propongan aunque sea para perjudicarnos lo menos posible? ¿No debería considerarse la mentira en la política como un delito de alta traición, ya que induce a errores letales para el sistema democrático?
Dentro del ámbito doméstico, los políticos españoles no han colaborado mucho en los últimos días a generar confianza. El peor parado en este sentido ha sido el PP y su ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, a causa de la grabación y difusión de unas conversaciones impropias de un cargo público con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, encaminada a buscar o 'inventar' material comprometido contra líderes independentistas catalanes (la conversación completa se puede escuchar o leer transcrita en http://www.publico.es/politica/fernandez-diaz-y-alfonso-trataron.html).
Pero si alguna intervención me generó más preocupación fue la del presidente en funciones Mariano Rajoy en el programa de televisión 'El Hormiguero'. En una entrevista amistosa realizada por Pablo Motos, se rememoró el episodio en el que fue con su hijo mayor a un espacio deportivo de una emisora de radio, donde le preguntaron a su vástago sobre los comentarios del videojuego Fifa 2016, que calificó como "bastante mejorables, por no decir que son una basura", lo que fue reprendido por su padre con dos sutiles toques en la cabeza del chaval (o pibe, en Canarias).
No estoy de acuerdo con reprimir las opiniones (aunque puedan ser equivocadas) de nadie, ni siquiera de un menor, ni verbalmente, ni mediante cogotazos, collejas, capones o pescozones. Pero no fue eso lo que me intranquilizó, sino fue su afirmación de que su descendiente acababa de terminar primero de Bachillerato. Y con ese dato me asaltó una duda: si el PP aprobó una amnistía fiscal para que alguno de sus 'ilustres' miembros regularizara su situación tributaria ¿se habrá elaborado, debatido y aprobado en el Congreso y en el Senado la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) para que el hijo de Rajoy no tenga que examinarse de la PAU el próximo año?
Confieso que no he podido ver ni escuchar personalmente a ningún político, ni cercano ni lejano, ni ninguno se ha acercado a mí o me ha llamado telefónicamente para pedir mi voto (lo que tampoco voy a reprocharles), por lo tanto mi opinión se sustenta exclusivamente en lo leído en la prensa y en lo visto y escuchado en la televisión y en las redes sociales.
Si no pongo en duda ninguna de las afirmaciones que han expresado en estos días (aunque algunas sean contradictorias) los cuatro candidatos con mayores posibilidades estadísticas de formar parte de un próximo gobierno, no me queda más remedio que concluir que vamos a unas terceras elecciones, salvo una sorpresa imprevista por las encuestas, lo que tampoco sería tan raro, teniendo en cuenta lo que acaba de suceder en Gran Bretaña.
Lo digo porque un sondeo a pie de urna predijo antes del recuento una victoria ajustada de los partidarios de que el Reino Unido continuara dentro de la Unión Europea (UE), cuando lo que sucedió fue precisamente lo contrario y ganó el 'Brexit'. Y la que se está armando a cuenta de esta decisión democrática: caídas de los mercados bursátiles, descenso del valor de la libra y del euro respecto a otras divisas presuntamente más estables, aumento de la temida 'prima de riesgo', más de dos millones de firmas (sólo hacen falta cien mil para impulsar la acción popular) piden en menos 24 horas al Parlamento británico que se convoque un segundo referéndum, dimisión en diferido (a octubre) del Primer Ministro británico David Cameron, uno de los líderes contrarios a la UE reconoce que el argumento principal de su campaña no era del todo cierto (Nigel Farage, del Partido de la Independencia de Reino Unido, aseguró reiteradamente durante la campaña que una salida de Reino Unido de la UE supondría un ahorro de hasta 350 millones de libras semanales que podrían destinarse a la sanidad pública), escoceses, irlandeses del norte y gibraltareños que votaron mayoritariamente por seguir en la UE barajan desvincularse del Reino Unido...
Suponiendo que la salida del Reino Unido sea un mayúsculo error colectivo inducido por afirmaciones falsas ¿es qué sólo tienen derecho a equivocarse los políticos y no los ciudadanos? Y lo que es más importante, ¿nos cuentan los políticos toda la verdad y nada más que la verdad (en algunos casos con la ayuda de Dios) en las campañas electorales o sus promesas propician nuestro fallo a la hora de escoger la papeleta o de poner la cruz en la opción más adecuada a nuestros intereses?
El 'Brexit' va a influir posiblemente en el llamado 'voto indeciso' español, pero ¿en qué sentido? ¿Hacia dónde queremos ir los ciudadanos de la UE? ¿No es el 'Brexit' un voto contra la globalización económica descontrolada? ¿Qué partidos nacionales recogen ese sentir popular contra la deslocalización empresarial que está minando los derechos sociales de los europeos? ¿Se expresa este sentimiento de diferente manera según los países y las regiones? ¿Nos sentimos engañados por los políticos tradicionales y rechazamos lo que nos propongan aunque sea para perjudicarnos lo menos posible? ¿No debería considerarse la mentira en la política como un delito de alta traición, ya que induce a errores letales para el sistema democrático?
Dentro del ámbito doméstico, los políticos españoles no han colaborado mucho en los últimos días a generar confianza. El peor parado en este sentido ha sido el PP y su ministro de Interior Jorge Fernández Díaz, a causa de la grabación y difusión de unas conversaciones impropias de un cargo público con el jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso, encaminada a buscar o 'inventar' material comprometido contra líderes independentistas catalanes (la conversación completa se puede escuchar o leer transcrita en http://www.publico.es/politica/fernandez-diaz-y-alfonso-trataron.html).
Pero si alguna intervención me generó más preocupación fue la del presidente en funciones Mariano Rajoy en el programa de televisión 'El Hormiguero'. En una entrevista amistosa realizada por Pablo Motos, se rememoró el episodio en el que fue con su hijo mayor a un espacio deportivo de una emisora de radio, donde le preguntaron a su vástago sobre los comentarios del videojuego Fifa 2016, que calificó como "bastante mejorables, por no decir que son una basura", lo que fue reprendido por su padre con dos sutiles toques en la cabeza del chaval (o pibe, en Canarias).
No estoy de acuerdo con reprimir las opiniones (aunque puedan ser equivocadas) de nadie, ni siquiera de un menor, ni verbalmente, ni mediante cogotazos, collejas, capones o pescozones. Pero no fue eso lo que me intranquilizó, sino fue su afirmación de que su descendiente acababa de terminar primero de Bachillerato. Y con ese dato me asaltó una duda: si el PP aprobó una amnistía fiscal para que alguno de sus 'ilustres' miembros regularizara su situación tributaria ¿se habrá elaborado, debatido y aprobado en el Congreso y en el Senado la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) para que el hijo de Rajoy no tenga que examinarse de la PAU el próximo año?
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