Anaga: Oriente

De todos los posibles significados de la palabra Anaga, el que me resulta más sugerente es que se refiere a su posición geográfica, como el territorio más oriental de la isla de Tenerife. Y eso, con una orografía espectacular y una maravillosa cubierta vegetal de laurisilva, que no sólo es para disfrutar con la vista, sino también para llenar los pulmones con su atmósfera y escuchar la melodía que interpreta una orquesta excepcional, integrada por virtuosos instrumentistas de viento y percusión, como el mar, la brisa que tañe piedras y hojas, las impredecibles aves silvestres y las silenciosas brumas.

No se pueden obviar éstas y otras muchas cualidades de uno de los parajes más hermosos que todavía conservamos, pero el propio término parece abarcar un contenido más amplio y metafórico, que trasciende al propio espacio físico.

Este nombre podría proceder de la unión de dos conceptos, 'aban' (luces) y 'aga' (boca), que daría lugar a la expresión 'abanaga' (boca de luces), que acabaría por simplificarse y concretarse en su actual forma verbal.

La idea que trasciende bajo esas cinco letras es la del amanecer, entendido no sólo como el comienzo del día, sino como un acontecimiento místico, casi religioso: la fiesta de la vida. Relacionar la boca y la luz constituye una compleja propuesta poética, repleta de matices y de múltiples interpretaciones, lo que no puede considerarse como una excepción, sino como una constante en la cultura insular, entonces y ahora.

Incluso, puede trasladarnos a otros lugares del planeta, a orillas de mares, desde los que se podrán atisbar, o no, más islas o roques, pero, tanto allí como aquí, no dejaremos de compartir la sensación de que cualquier porción de tierra empequeñece ante la inmensidad de cielos y océanos.

Oriente y occidente son referencias obligadas en la historia de la humanidad y de sus migraciones. Innumerables caravanas han recorrido a lo largo de los siglos miles de kilómetros, por Asia, África y Europa. Porque seguir la senda del sol parece lo coherente, lo lógico, lo natural...

En cambio, las expediciones hacia el norte o el sur poseen un carácter más aventurero o arriesgado, quizá porque no siempre se pueden desarrollar dentro del mundo de la luz, bajo el dominio del astro rey; sino que, para llegar a lo desconocido, han necesitado recurrir, como guías, a señales esquivas y variables, dentro de la relatividad que impera en el universo oscuro. Por eso resulta tan fácil perder el norte y, en consecuencia, acabar desorientado.

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